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La belleza de nuestra Catedral

La Catedral de San Rafael tiene una planta en forma de cruz latina, es decir, una nave principal más larga que el transepto (el brazo menor). Su estilo corresponde al neorrománico, el cual comenzó a difundirse a principios del siglo 20. La estructura neorrománica refleja externamente fortaleza y uniformidad; internamente trasmite simpleza y austeridad. Entre las características distintivas de este estilo, que sobresalen en nuestra Catedral, podemos notar el techo abovedado en forma de cañón. Todo el techo está reforzado por arcos fajones que descansan en columnas corintias, rematadas con una decoración vegetal. La abundancia del arco de medio punto también se encuentra dentro de los recursos de este estilo y quedan visibles en las ventanas y en las decoraciones superiores. En las ventanas superiores, además, es posible ver diversos vitraux con pasajes de la vida de Tobías. La zona en la que se cruzan el brazo mayor y el transepto se denomina crucero. Éste está cubierto por una alta cúpula ligeramente alargada.

En la fachada del templo es posible ver un rosetón con alusiones al Espíritu Santo y dos vitraux que lo flanquean: son los apóstoles san Pedro y san Pablo. La torre, llamada de San Marcos, alberga el campanario. Dos vitraux inferiores señalan recintos con diversos usos. El vitraux del “bautismo de Jesús” señalaba y embellecía el antiguo bautisterio, actual cinerario. El otro vitraux, de “santa Cecilia”, guía hacia el coro.

En el interior del templo se destacan, además, dos creaciones del artista local Raúl Landete. El vía crucis, sobre las paredes de la nave principal, y la Cruz de San Damián. De esta última decía: es “un regalo de Dios… empecé de arriba hacia abajo y nunca hubo que arreglar nada”.

Los Pehuenches y el fuerte San Rafael

Los últimos habitantes nativos de estas tierras, antes de la declaración de la independencia argentina, fueron los pehuenches. Una crisis de poder, sin embargo, alteró, hacia el 1800, el desarrollo de sus vidas. Por esa fecha, el importante cacique Roco había fallecido dejando un vacío de poder. Aunque se adjudicaba la causa de su muerte a un maleficio enemigo, los registros españoles dicen que el cacique ya era muy anciano. El problema sucesorio y la inestabilidad no parecían encontrar solución. La hija del cacique, María Josefa Roco, heredera legítima, se entera que el marqués Rafael de Sobremonte, antiguo gobernador de Córdoba del Tucumán, había sido nombrado Virrey del Río de la Plata. Motivada por el deseo de dar seguridad y estabilidad para su pueblo, decide viajar a Buenos Aires para tener una entrevista con el flamante Virrey. La cacica solicita, así, la fundación de un fuerte.

El virrey pide que antes de la fundación de un fuerte se debía parlamentar con los aborígenes y quitar todo temor de los lugareños. Incluso, la expedición solo contaba con 20 hombres: no había que dar motivos a malas interpretaciones. Después de un tratado entre el comandante Tellez Meneses y varios caciques, el 2 de abril de 1805, se resolvió establecer dicho fuerte y llamarlo San Rafael en honor al mismo Virrey. Con la creación del fuerte se pide la asistencia espiritual de Fray Inalicán, franciscano de origen mapuche, y se construye allí una pequeña capilla.

San Rafael es una imagen y un ejemplo de cooperación y fe. Así como el arcángel guió a Tobías en su camino, así también, quiso extender su auxilio guiando a nuestros antepasados en un camino de fe.

Fray Inalicán y La Cruz de San Damián:

Los caciques pidieron que se les enviara fray Inalican como capellán y conversor. Su nombre en la lengua original significaba: “el que está cerca de la piedra solar”. Este friale franciscano era de origen mapuche, y contaba, entre otras cualidades, con el conocimiento de la lengua local y la confianza de los indígenas. Además, había sido maestro de gramática en el convento de San Francisco en Mendoza. Poseía, por eso mismo, requisitos ideales para desempeñarse como interprete, función que había desempeñado en las reuniones previas a la fundación del fuerte de San Rafael del Diamante. También San Martín contará con sus servicios previo al “cruce de los Andes” algunos años después. Ahora su tarea está abocada a propagar y fortalecer la fe.

La capilla se construyó en adobe, dentro del fuerte. Tenía una puerta principal que miraba hacia el norte. En su interior, fray Inalicán entronizó una imagen de la Virgen del Carmen, patrona de España. La capilla reflejaba una pobreza, que, si bien no era querida, hacía recordar a la pobreza de san Francisco. La necesidad era tal que el mismo fraile mandó a pedir lo mínimo para celebrar misa. Es posible entrever parte de su labor evangelizadora en el crecimiento del fuerte de San Rafel del Diamante: cinco años después de su fundación cuenta ya con 25 aborígenes entre sus habitantes estables. Después de su intenso trabajo, el fraile murió en Chile, a los 70 años de edad. Así, en 1824, la atención espiritual del fuerte pasó al curato del Valle de Uco (parroquia de San Carlos). Finalmente, en 1869 la capilla fue erigida en parroquia, y su primer párroco fue el padre Manuel Marco.

Una reproducción de la Cruz de san Damián, cruz emblemática de la espiritualidad franciscana, preside el ábside de la Catedral de San Rafael. Esta versión tiene 5 metros de alto y 3,60 metros de ancho, y pesa 500 kg. Fue colocada para la consagración del templo en 1996, junto con otras modificaciones menores.

La Cruz de san Damián quiere recordar la obra evangelizadora del fraile franciscano, fray Inalicán. La entrega y el cansancio por la fe, tanto de este fraile, como de san Francisco, seguramente habrá tenido reposo en la contemplación de esta Cruz.

Iselin y las colonias inmigrantes.

Rodolfo Iselín fue un pionero que donó los terrenos para la construcción de la parroquia. Este inmigrante francés tenía un importante patrimonio y un gran espíritu emprendedor. Eligió como lugar de trabajo esta zona, dio empleo a los inmigrantes italianos y favoreció la llegada de franceses. Una de las empresas más significativas fue la gestión para que el ferrocarril llegase hasta la colonia francesa (actual ciudad de San Rafael). Como consecuencia de este desarrollo, la población decidió trasladarse. La atención espiritual de este nuevo núcleo urbano recayó entonces en la única capilla existente: la iglesia de “San Ambrosio”, construida en 1892 por los inmigrantes italianos. El crecimiento de la colonia francesa motivo a la creación de la vicaría “Nuestra Señora de Lourdes” que funcionó en el único templo existente, la mencionada iglesia de “San Ambrosio”. De este modo, la actual parroquia “Nuestra Señora de Lourdes” (ex capilla “San Ambrosio”) sirvió de templo para congregar a dos colectividades significativas en la historia de San Rafael: la italiana y la francesa.

En 1903, mediante una ley, se decide el traslado de la capital del departamento desde el antiguo fortín hasta la colonia francesa. En 1905, el entonces obispo Benavente, determinó también el traslado de la parroquia. Sin embargo, todavía no existía un edificio disponible; el templo para la parroquia de “San Rafael” se construirá posteriormente. De este modo, se continuará usando el templo de “San Ambrosio” por algunos años más.

Las imágenes de tres distintas advocaciones de la Virgen María nos recuerdan la fe de los inmigrantes. Dichas imágenes, nuestra Señora del Pilar por los españoles, nuestra Señora de Pompeya por los italianos y nuestra Señora de Lourdes por los franceses, colocadas en lugares significativos nos estimulan a confiar nuestra patria a la Madre de Dios. A ella le pedimos por la unidad y fe del pueblo argentino.

Construcción de la parroquia. 1911-1952.

Los registros históricos señalan que Iselin hizo efectiva la donación de un terreno para la construcción de la parroquia en 1910. La colocación de la piedra fundamental se realiza al año siguiente. Las fotografías de esa fiesta dejan ver una multitud de fieles en un gran clima de celebración.

Si bien la colocación de la piedra fundamental para la parroquia “San Rafael” fue inmediata, el párroco no se trasladó sino hasta la edificación del actual salón parroquial (1931-1932). Dicho salón sirvió como templo parroquial por muchos años: el edificio estaba acondicionado dignamente, pero el proyecto no era tal.

El proyecto original para la construcción de un templo fue elaborado por el arquitecto Landoni, reformado por los arquitectos Togeneri y Fitte y finalmente por el arquitecto Weyland, quien lo corrigió después del terremoto de San Juan. El diseño previsto era incluso más grande que el templo construido y que permanece a la vista. Originalmente se preveían dos naves laterales, junto a la nave principal, y dos campanarios. El padre De Miguel, párroco entre 1945-1981, decía: “se hizo lo que se pudo con los medios que se tenían”. Así, por razones económicas, el proyecto se fue reduciendo. Con la habilitación de la nave central, en 1952, el nuevo edificio se comenzó a utilizar para las celebraciones litúrgicas. En la fachada del templo, pueden leerse dos fechas en números romanos, 1935 y 1952, comienzo de la construcción del templo e inauguración de la nave central respectivamente.

La dedicación y el trabajo silencio de tantos fieles es un ejemplo para nosotros. La obra de Dios puede tener hitos importantes, pero también cuenta con la colaboración silenciosa y constante de personas anónimas.

De parroquia a Catedral (desde 1961 hasta ahora).

En la parte central del presbiterio, detrás del altar principal se encuentra la cátedra del obispo de “san Rafael”: una silla con un diseño especial y destacada por su posición. Es la sede donde el obispo enseña. Sin embargo, no siempre estuvo allí. Ciertamente que desde 1905 ya existía una parroquia llamada “san Rafael” en este núcleo urbano, pero ni siquiera el lugar físico del edificio parroquial fue el mismo. Solo después de 1952, con la habilitación de la nave principal, se pudo celebrar misa aquí. Por su parte, la catedra del obispo comenzará a existir después de 1961, con la creación de la diócesis y la designación de la parroquia como parroquia Catedral. En efecto, en ese año, el papa San Juan XXIII, crea una diócesis para el sur mendocino y le pone el nombre de “San Rafael Arcángel”, única con ese nombre en todo el mundo. También, designa a monseñor Primatesta como primer obispo diocesano. Desde ese momento, varios obispos conducirán el rebaño de Dios en el sur mendocino.

Desde su creación hasta la fecha, pasaron 7 obispos y tres administradores apostólicos por esa cátedra. En fechas determinadas, los fieles se congregan para pedir por el alma de sus pastores en la tumba de los obispos para pedir por ellos. De los obispos fallecidos, solo tres descansan allí, mons. Villena (1970-1972), mons. Kruk (1973-1991) y mons. Roldán (1991-1996).

En el ala oeste se encuentra la tumba de los obispos. Allí se puede rezar para pedir por ellos y a la vez renovar nuestra fe en la apostolicidad de la Iglesia.